Saludos de la directora
Saludo de la directora
La National Portrait Gallery, con su misión de presentar la trayectoria de la nación mediante imágenes y biografías de los que han contribuido a su formación, desarrollo y realidad actual, es un museo de historia y arte cuya atracción central han sido siempre las galerías Presidentes de Estados Unidos. Ahora, en reconocimiento a las innumerables aportaciones de las mujeres a nuestra historia y cultura, los retratos de las primeras damas del país son los más solicitados por el público.
Las primeras damas han influido en la historia y la cultura nacionales desde que Martha Washington inauguró dicha función en 1789. Por supuesto, tienen a su cargo organizar recepciones y elegir vajillas, pero más allá de la Casa Blanca cada una ha dejado una huella indeleble. Ya fuera Dolley Payne Todd Madison, quien logró acuerdos entre lados opuestos en materia de política pública, o Eleanor Roosevelt, primera presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, o Hillary Rodham Clinton, quien pasó a ser secretaria de estado de EE.UU., las primeras damas han demostrado sus destrezas políticas. También han llamado la atención hacia cuestiones sociales importantes, cambiando la manera en que los ciudadanos se ven a sí mismos y a los demás. Lucy Ware Webb Hayes respaldó la abstinencia de bebidas alcohólicas. Rosalynn Smith Carter apoyó sin prejuicios a los enfermos mentales. Nancy Davis Reagan combatió el abuso de drogas con su campaña “Solo di no”.
La mayoría de los retratos de presidentes y primeras damas han llegado a la colección del museo mediante donaciones o compras, pero en 1994 la Portrait Gallery encargó al artista Ronald Sherr una pintura del presidente George H. W. Bush. En tiempos en que el género del retrato perdía popularidad, el museo reconoció la importancia de crear imágenes presidenciales con valor artístico. Una década después, al encargar el retrato del presidente Bill Clinton, el museo decidió extender esta práctica para incluir a las primeras damas.
La pintura de Hillary Rodham Clinton realizada en 2006 por Ginny Stanford fue el primer retrato de una primera dama estadounidense que se comisionó para la colección del museo. En 2008 se encargó a Aleksander Titovets pintar a la primera dama Laura Welch Bush, y en 2018 Amy Sherald ejecutó el encargo de pintar a la primera dama Michelle LaVaughn Robinson Obama, quien había dejado la Casa Blanca el año anterior. Se espera que el presidente Donald Trump y la primera dama Melania Knauss Trump continúen la tradición y posen para retratos comisionados al terminar su estancia en la Casa Blanca.
Como dijo en 1975 la incomparable Betty Bloomer Ford: “¿Por qué el trabajo de mi esposo, o los de ustedes, tendría que impedirnos ser auténticas? Ser decorosa no implica guardar silencio”. Las percepciones y experiencias de las primeras damas han fomentado la independencia social y política de las mujeres. Hoy, cuando reconocemos la posibilidad de tener un “primer caballero” y, más que aceptar, esperamos que las primeras damas sean líderes, apenas podemos imaginar cómo se desarrollarán sus roles —y sus retratos— en el futuro.
Kim Sajet
Directora, National Portrait Gallery